¿Te imaginas descubrir que la persona que te cuidó de niño era una artista genial y desconocida? Eso es lo que les pasó a los hijos de las familias para las que trabajó Vivian Maier, una niñera estadounidense que en sus ratos libres se dedicaba a fotografiar la vida de las calles de Chicago y Nueva York. Su obra, compuesta por más de 100.000 negativos, estuvo guardada en cajas durante décadas hasta que fue hallada por casualidad en una subasta en 2007. Desde entonces, el mundo ha quedado fascinado por el talento y el misterio de esta mujer que capturó con su cámara momentos únicos e irrepetibles.
Una
vida entre dos mundos
Vivian
Maier nació en Nueva York en 1926, hija de inmigrantes franceses y austriacos.
A los cuatro años se mudó con sus padres a Francia, donde vivió hasta los 25
años. Allí tuvo su primer contacto con la fotografía, gracias a Jeanne
Bertrand, una retratista con la que convivió junto a su madre después de que su
padre las abandonara.
En
1951, Vivian regresó a Estados Unidos con una cámara Kodak Brownie y empezó a
trabajar en una fábrica. Al año siguiente, se compró una cámara Rolleiflex, que
le permitió tomar fotografías desde la altura del pecho sin ser vista. Así
comenzó su pasión por la fotografía callejera, que la llevó a retratar escenas
cotidianas, personajes anónimos y detalles curiosos de las ciudades por las que
pasaba.
En
1956, se trasladó a Chicago y encontró trabajo como niñera de la familia
Gensburgs, con la que estuvo hasta 1972. Luego trabajó para otras familias
hasta finales de los años 90. Vivian era una niñera dedicada y cariñosa, pero
también reservada y solitaria. Siempre llevaba consigo su cámara y aprovechaba
cualquier ocasión para salir a fotografiar. A veces llevaba a los niños con
ella y les enseñaba cómo mirar el mundo a través del objetivo.
Vivian
no solo fotografiaba, sino que también coleccionaba libros, periódicos,
recortes y objetos variados. También viajó por varios países como Egipto,
Tailandia, Vietnam o Italia, donde tomó imágenes de sus culturas y paisajes.
Sin embargo, nunca mostró sus fotografías a nadie ni buscó reconocimiento por
su trabajo. Tampoco revelaba muchos de sus carretes porque no tenía dinero
suficiente. Solo acumulaba fotos y más fotos en cajas que guardaba en
almacenes.
Al
final de su vida, Vivian quedó sin hogar y fue acogida por los hijos de las
familias para las que había trabajado. En 2008 sufrió una caída que le provocó
un hematoma cerebral. Fue ingresada en una residencia de ancianos donde murió
al año siguiente, a los 83 años.
El
hallazgo del siglo
En
2007 John Maloof era un joven historiador que estaba escribiendo un libro sobre
Chicago. En busca de material gráfico para ilustrarlo, acudió a una subasta
donde compró una caja llena de negativos por unos 380 USD. La caja pertenecía a
Vivian Maier, que había dejado de pagar el alquiler del almacén donde los
guardaba. Maloof revisó el contenido de la caja y quedó impresionado por la
calidad y la cantidad de las fotografías. Sin embargo, no le servían para su
libro, así que las guardó en un armario.
Tiempo
después, Maloof decidió escanear algunas de las fotos y publicarlas en
Internet. Para su sorpresa, recibió miles de comentarios elogiosos y admirados
por el trabajo de Vivian Maier. También se puso en contacto con él Allan
Sekula, un prestigioso crítico e historiador de fotografía, que le instó a
conservar y difundir aquel tesoro fotográfico.
Maloof se propuso entonces recuperar la mayor parte posible del archivo de Vivian Maier, que se había dispersado entre varios compradores. También investigó sobre su vida y su personalidad, entrevistando a las personas que la habían conocido. Así descubrió que Vivian era una mujer misteriosa, inteligente, culta y rebelde, que tenía una visión propia y original del mundo. Maloof organizó varias exposiciones en Estados Unidos y en otros países, donde las obras de Vivian Maier fueron aclamadas por la crítica y el público. También produjo un documental titulado Finding Vivian Maier (2013), que fue nominado al Óscar al mejor documental largo.
Actualmente,
el archivo de Vivian Maier está compuesto por más de 100.000 negativos, 3.000
impresiones, cientos de rollos sin revelar, películas en Super 8 y 16 mm,
grabaciones de audio, libros, recortes de periódicos y objetos personales. Su
obra ha sido comparada con la de grandes maestros de la fotografía callejera
como Robert Frank, Henri Cartier-Bresson o Diane Arbus. Su legado es
considerado como uno de los más importantes e impactantes del siglo XX.
Una
mirada única y sensible
Vivian
Maier se caracterizó por tener un estilo propio y personal, que reflejaba su
visión del mundo y su sensibilidad artística. Su obra se enmarca dentro del
género de la fotografía callejera, que consiste en capturar escenas cotidianas
e improvisadas en espacios públicos urbanos. Maier utilizaba principalmente una
cámara Rolleiflex de formato medio, que le permitía tomar fotografías desde la
altura del pecho sin llamar la atención ni alterar la naturalidad de sus
sujetos.
Maier
fotografió principalmente en blanco y negro, aunque también hizo algunas obras
en color. Sus imágenes muestran una gran variedad de temas y situaciones, desde
retratos a paisajes urbanos, pasando por detalles curiosos o escenas
humorísticas. Sin embargo, algunos motivos recurrentes en su obra son los
siguientes:
*Los autorretratos: Maier se retrató a sí misma en numerosas ocasiones, utilizando espejos, escaparates o sombras. Estos autorretratos revelan su interés por explorar su propia identidad y expresar su personalidad.
*Los indigentes: Maier mostró una gran empatía por las personas marginadas y excluidas de la sociedad. Sus retratos de indigentes son conmovedores y dignos, sin caer en el sensacionalismo ni la compasión.
*Las mujeres: Maier también se interesó por las mujeres de su época, especialmente por aquellas que rompían con los roles tradicionales. Sus fotografías reflejan la diversidad y la fuerza de las mujeres en diferentes ámbitos y situaciones.
*Los niños: Maier tenía una conexión especial con los niños, a los que cuidaba con cariño y respeto. Sus fotografías captan la inocencia, la alegría y la espontaneidad de los más pequeños.
*Los
animales: Maier también tenía una gran afinidad con los animales, especialmente
con los perros y los gatos. Sus fotografías muestran su ternura y su humor
hacia estos seres vivos.
Vivian
Maier fue una fotógrafa excepcional que supo captar la esencia de la vida con
su cámara. Su obra es un testimonio invaluable de la historia, la cultura y la
sociedad de su tiempo. Su historia es un ejemplo de pasión, talento y misterio
que nos inspira a seguir buscando la belleza en lo cotidiano.